No se trata de declararle la guerra a las publicaciones en papel.
De hecho, soy un ferviente defensor de la experiencia de sostener entre las manos una revista bien maquetada.
El objetivo es el de crear un producto que se adapte a las nuevas tendencias de consumo del público y que les ofrezca más inmediatez y mejor accesibilidad.
Porque la era de la digitalización ya había comenzado y ha sufrido un sprint con la crisis del COVID-19.
¿Qué motivo hay para permitir que tu revista especializada quede atrás?